SOCIEDAD | EDUCACIÓN
Educación en valores, un sistema a medida
¿Cómo aprenden nuestros pequeños?

A veces cuando voy a recoger a mi hermana hablamos de lo que sucede en su clase. Por lo general me suelo reír mucho de los pensamientos inocentes que tienen los niños, aunque en otras me llaman mucho la atención e incluso me preocupan profundamente. En una de las veces en que se me disparó la alarma fue cuando me dijo que una de sus amigas ya no haría las matemáticas con el grupo de clase y que a partir de ese momento pasaba a formar parte de los niños especiales. Me acuerdo que ella lo contaba con aquella envidia que sienten los niños al no poder formar parte de algo reducido. Lo cierto es que lo que significa un grupo de niños especiales en los colegios de primaria es simplemente niños que por diversas razones tienen una desmotivación hacia el estudio. El sistema educativo, lejos de ayudarles y ofrecerles métodos que les inciten a estudiar y esforzarse; les agrupa con otros niños con el mismo problema y les ofrecen actividades menos exigentes. Esto genera un grave problema cuando estos niños llegan al instituto porque acaban formando lo que cruelmente se conoce entre los adolescentes como “la clase de los tontos”.
Me acuerdo que en la secundaria estos compañeros eran, por lo general, los más problemáticos o en ocasiones puntuales tenían algún tipo de problema psicológico. Estar en la clase en aprendizaje especial, que es como lo llaman los centros educativos, es como una especie de premio a portarse bien, y en el momento en el que desobedecían las normas corrían el peligro de ir a una clase normal en la que el nivel es más difícil. Ellos eran quienes se dedicaban a cultivar el huerto, los que montaban la decoración de navidad, los que hacían exámenes con libro y los que si les preguntabas por qué estaban en esa clase respondían orgullosos y con mofa: – Es que se creen que soy tonto pero lo que pasa es que me da palo estudiar –. Y esto no es nada que no sepan los profesores, al contrario, son bien conscientes de ello, pero ninguno quiere tener a los problemáticos fastidiándoles las clases. Parece que algunos profesores han olvidado su compromiso profesional con el cambio del mundo.
Como solución a este panorama que lo único que ha generado es personas vagas, y donde se confunde un modelo comprensivo con uno que depende de la buena voluntad del alumnado; en 1995 la Human Values Foundation propuso un nuevo sistema educativo basado en los valores y que poco a poco algunos centros europeos han ido implantando. El primero, nació en Cataluña el año 2003: CEIP Amistat.
La educación en valores es un proceso de aprendizaje que incorpora normas éticas a través de la educación. Democracia, justicia, dignidad, ciudadanía y empatía son valores sobre los cuales se rige la educación en valores, que tiene como meta conseguir una transformación sociocultural; para ello es necesario un compromiso real por parte de los docentes y una formación adecuada. Este punto es crucial ya que depende de los maestros orientar los pequeños hacia una convivencia basada en principios y valores humanos.
La clave, cuenta Anna Suárez, profesora de un centro que acaba de reinventar sus bases sobre este sistema, es aprovechar las particularidades sociales y el contexto en el que se sitúa la escuela para conseguir un desarrollo social, personal y cultural positivo. Anna, resume esta educación en una introspección a través de la educación formal. Los profesores, mezclando el medio sociocultural con los medios informativos, presentan nuevos contenidos que integran ética y moralidad para transformar el conocimiento vulgar en un conocimiento elaborado, crítico, reflexivo, global e interdisciplinar.
Al final, dice, lo importante es que los niños aprendan a construir sistemas de valores que las personas tendemos a imitar. Es decir, inculcarles autonomía y racionalidad para que sepan interaccionar en sociedades que están profundizando cada vez más en la democracia y los pluralismos. Nuestro deber es conseguir que los niños enfrenten la secundaria con pleno autoconocimiento y autonomía, que sean capaces de dialogar y proponer ideas para transformar las negatividades del entorno; que estén dotados de comprensión crítica, empatía, razonamiento moral y habilidades para la convivencia. De esta forma tendrán herramientas suficientes para enfrentar la etapa adolescente y las presiones que supone crecer.