Hace ya seis años, una mujer se grabó conduciendo y posiblemente eso no tendría nada de extraordinario de no ser que lo hizo en Arabia Saudí. Ella es Manal, en aquel entonces tenía treinta y dos años y su vídeo auguraba el inicio de una lucha que saltó a las redes sociales y que ha atestiguado en su libro Daring to Drive: A Saudi Woman's Awakening, donde cuestiona la discriminación en el reino Saúd.

El precio que pagó Manal por su osadía fue alto, después de arduos interrogatorios y nueve días en prisión por alterar el orden público tuvo que abandonar Arabia Saudí al darse cuenta que allí no tenía lugar para vivir. Pero es reconfortante saber que su lucha no fue en vano y que hoy las mujeres saudíes pueden conducir. El nuevo rey, Salmán bin Abdulaziz, emitió de forma inesperada un decreto ley que permitía la emisión de licencias de conducir para las mujeres a partir del próximo junio. Si el nuevo rey está convencido de que el actual modelo social del país es imposible de sostener o si simplemente busca hacer un lavado de la imagen que proyecta Arabia Saudí más allá de sus fronteras es algo que está por ver. Lo que sí que está confirmado es que Salmán tiene una misión concreta: un cambio de concepción sobre Arabia Saudí. 

El nuevo rey deberá abordar temas esenciales como son la corrupción, la religión, la economía y la sociedad. Lo primero ha sido hacerle pulso firme a la corrupción. Tras numerosas investigaciones, un total de diez amires y empresarios influyentes del estado han sido encarcelados por lavado de dinero y operaciones irregulares. Otros movimientos del heredero reformista han sido restar competencias a la policía religiosa, permitir a las mujeres conducir e iniciar una lucha perseverante contra el radicalismo islamista. Por lo tanto, la cuna de la Meca inicia un desmarque del Wahabismo que ha sido su seña hasta la actualidad.

Por último, y lo que se considera en occidente motor del cambio de Arabia Saudí es la inauguración del proyecto NEOM. Se trata de una inversión millonaria con la que se pretende convertir el reino en una potencia tecnológica dada la caducidad inminente del petróleo. La intención de Salmán Bin Abdulaziz es crear un Silicon Valley en el Golfo Pérsico basado en la energía renovable y el uso de robots para las tareas manuales. 26.000 kilómetros cuadrados con el cometido de cambiar el paradigma estatal.

El problema al que se enfrenta NEOM es el de los inversores, existe cierto recelo a destinar fondos a Arabia por sus irregularidades democráticas y su proximidad a un territorio convulso y sumergido en conflictos armados. Es por ello que se sospecha que el cambio direccional del reino de los Saúd sea solo la reforma de una fachada que esconderá las mismas ruinas. Una opinión que se ha reforzado con el rumor de que NEOM podría contar con su propia legislación.

¿Inaugurará Salmán una Arabia Saudí más joven, abierta y moderna o solo la someterá a una operación estética? La respuesta, viviremos para conocerla.